Navidad
No necesitas creer en las Madres Divinas, unas deidades femeninas veneradas en el Noroeste de Europa al principio de nuestra era para disfrutar de la tradición de las festividades navideñas.
No necesitas creer en Odín o Jólnir, (“figura navideña” del Antiguo Nórdico), para disfrutar de los cánticos navideños, el árbol de navidad, el jamón de la cena navideña y demás favoritos de la época.
No necesitas creer en Saturno para celebrar los Saturnales, con días de fiestas del colegio, intercambio de regalos y festividades.
No necesitas ser un creyente del culto a Nicolás (que es una transformación de Odín, quien cambió su apariencia mediterránea, se dejó crecer la barba, se montó en un caballo volador, cambió la fecha de la visita para diciembre y se puso pesada ropa de invierno), para disfrutar la tradición de un visitante que trae regalos en la noche.
No tienes que creer en Pascua Epifanía, la fémina italiana, también llamada la Madrina, para llenar los colgantes calcetines de los niños con regalitos de Navidad.
No tienes que creer en Odín o en el Sol Invicto para llevar a cabo las festividades de diciembre el día 25.
Y no tienes que creer en Jesucristo para disfrutar la tradición de cambiar los nombres a festividades antiguas, centrarlas ahora alrededor de Cristo y llamarlas Navidad.
Todo lo que necesitas para disfrutar de estas festividades antiguas es estar alegre. Así que ¡Feliz Navidad!
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